jueves, 31 de marzo de 2016

CASCAIS


18 de Marzo del 2016, salimos a las 10,15hs., para CASCAIS,  lloviendo mucho, paramos a ver la BOCA D0 INFERNO (la boca del infierno) Está situado a un kilómetro del núcleo urbano de la población y posee varias grutas que se comunican con el mar. El batir de las olas contra esta inmensa pared de roca produce un sonido tan sobrecogedor que los habitantes del lugar no dudaron en inspirarse en ese estruendo para poner el nombre al acantilado.

Llegamos a CASCAIS , lloviendo abundantemente, está situada a unos tres kilómetros de Estoril y situado frente a una espléndida bahía., Cascais es otro antiguo pueblo de pescadores que, con el tiempo, también se ha acabado convirtiendo en una de las localidades turísticas más importantes de Portugal. Ya entre 1870 y 1910, los monarcas lusitanos la eligieron para pasar los meses de verano, costumbre que prosiguieron algunos presidentes de la República. Son testigos de esta presencia los numerosos palacetes que se se encuentran en una villa que ha sabido armonizar el legado del pasado, con el desarrollo turístico de la actualidad.

De sus construcciones con más historia sobresalen la ciudadela del siglo XVII, que domina desde una colina toda la costa y en cuyos muros todavía se ven  restos de  antiguos lienzos.

Por estar lloviendo mucho nos metimos en una cafetería, y nos fuimos para el hotel a las 12.30 hs., a comer.

Hoy tenemos la tarde libre como ya no llueve, cogimos un tren y nos fuimos a las 17,30 hs., la pandilla en tren a CASCAIS, a ver por nuestra cuenta, la maravillosa ciudad. Paseamos por sus calles. Nos quedamos a cenar en el Restaurante más antiguo de Cascais en el Jardim dos Frangos ¨0 melhor frango de Cascais¨ diez de los acompañantes pidieron un riquísimo plato de bacalao y a mí como no me gusta un riquísimo plato de frango (pollo a la brasa), precio menú 15 euros,  al terminar de cenar volvimos a Estoril en taxi, por un módico precio de 5 euros por taxi. Nos llevó al casino y estuvimos oyendo música internacional de Diana Castro y Luis Roquette, con un buen gin tonic de Martin Miller.


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